viernes, 10 de diciembre de 2010

SOCIEDAD DE INFORMACION

SOCIEDAD DE INFORMACION EN MÈXICO
El e-gobierno: una tecnología para la gestión de gobiernos
El desarrollo de las nuevas TIC ha encontrado en la gestión pública un importante campo de expansión, dando lugar al fenómeno de e-gobierno.

Si la historia y difusión de la red puede describirse como la sucesiva extensión de su uso social -desde las comunidades de científicos y técnicos, los grupos de hackers informáticos y las comunidades alternativas que se encuentran en su origen, hasta la irrupción durante la década de 1990 del mundo de la empresa y la iniciativa privada- parece claro que desde finales de la pasada década las administraciones públicas comienzan a considerar la red como elemento clave de su futuro y como eje vertebral de su modernización. De hecho, las iniciativas de e-governance, presentes actualmente en muchas administraciones de todos los niveles (desde la Administración local a la supraestatal), han proliferado de una forma espectacular en los últimos años. Paralelamente, también ha crecido el número de estudios que analizan el fenómeno de e-governance desde una multiplicidad de perspectivas y áreas de estudio. A parte de los estudios académicos -que ya de por sí presentan una gran heterogeneidad de perspectivas analíticas-, hay que añadir los estudios desarrollados por el sector privado (donde se incluyen desde compañías de software hasta grandes empresas de consultoría). En ambos casos, sin embargo, tanto en lo que concierne a las propias iniciativas de e-governance, como a las investigaciones que intentan analizarlas, existe muy poco consenso respecto a sus características más importantes, sus consecuencias más remarcables, los indicadores más fieles o las formas más adecuadas de analizar y evaluar proyectos específicos.
El contexto inicial de esta expansión de las TIC como instrumentos de la gestión pública fue la crisis del sector público, característica de la década de 1980, en países como Estados Unidos, Canadá, Australia o Japón, que fueron pioneros en la extensión de las nuevas estructuras tecnológicas a través del sector privado y el mercado, aunque paulatinamente se ha ido generalizando en el seno de la OCDE e incluso hacia los gobiernos de todo el mundo.
Las fuerzas que provocaron un auge en la creación del e-gobierno fueron tanto económicas como tecnológicas y políticas. En efecto, ha habido una amalgama entre restricciones presupuestales que han permitido la adopción de tecnologías ahorradoras de trabajo humano, irrupción de empresas tecnológicas interesadas en ampliar sus mercados y oportunidades que las nuevas tecnologías ofrecen para aumentar la visibilidad pública de la acción de gobierno y reforzar de este modo la imagen pública de transparencia, buen gobierno y modernización de la gestión.
Bajo estos impulsos, los resultados de la primera fase general del e-gobierno apuntan hacia una contribución a la transformación de la cultura administrativa en algunos aspectos importantes como el acceso a la documentación pública, el fomento de la transparencia en los procedimientos administrativos o la reducción de los tiempos en la respuesta administrativa (5) Asimismo, se ha manifestado una revitalización de la vida democrática en el ámbito local, aunque de difícil generalización a gran escala (6) .

Si observamos, en términos generales, la expansión del e-gobierno, podemos considerar que está determinada por un marco de tres factores: la evolución de la tecnología, la adaptación de nuevas capacidades en los gobiernos locales y la legitimación de los mismos sistemas políticos.
La evolución de la tecnología consiste en la modificación de ésta en sí misma, pero también en la existencia de empresas capaces de promover y adaptar las funcionalidades tecnológicas a contextos sociales y organizacionales definidos; es decir, se trata de las capacidades sociotécnicas de las TIC.
La adaptación de las nuevas tecnologías a organizaciones públicas es un campo amplio del desarrollo de las organizaciones burocráticas hacia un modelo novedoso de gestión, el cual supone poder introducir prácticas y conceptos innovadores en un contexto de jerarquías y rutinas.
La legitimación de los sistemas políticos consiste en la aceptación por parte de la ciudadanía de las nuevas formas de relación con gobiernos elegidos por vías democráticas y la asunción de que las prácticas del e-gobierno se adaptan a los intereses de los mismos ciudadanos.
El desarrollo de las funciones para la relación gobierno-ciudadanía, a través de las TIC, se ubica en tres etapas (7) :

Servicios de información: La creación de páginas web que permitan un mayor conocimiento de la administración pública, así como el acceso a algunos documentos y bases de datos. La fase inicial de esta etapa implica la adaptación de la propia estructura de la administración pública a las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías para su presentación on-line. La mayoría de las veces estos esfuerzos se concretan simplemente en la creación de páginas web de carácter institucional donde se ofrece información básica sobre trámites, población, transportes, alojamientos, educación, salud, medioambiente, actividades culturales, patrimonio artístico, así como sobre la actividad legislativa o las prioridades del equipo de gobierno.
Servicios de transacción: Una segunda fase de los sistemas de relación tecnológica con la ciudadanía es el establecimiento de mecanismos digitales que permiten realizar diversas transacciones electrónicas simples de carácter automático, que sólo requieren una respuesta rutinaria por parte de la administración. Se trata de gestiones tales como la consulta y modificación de informaciones específicas de carácter personal con números cifrados, la inscripción en eventos del sector público, la realización de pagos, el seguimiento de procedimientos administrativos, procedimientos de consulta popular mediante sondeos de opinión o incluso el voto electrónico. Esta fase del desarrollo de los portales gubernamentales es, en la práctica, aquella en la cual se encuentra actualmente la evolución del e-gobierno. Se suele diferenciar tres niveles de transacción.
Nivel 1. Transacción simple: cuando es posible cargar o bajar formularios.
Nivel 2. Transacción en dos sentidos: cuando es posible realizar el procesamiento de formularios.
Nivel 3. Transacción completa: cuando es posible el manejo de caja, toma de decisión y entregas.

Servicios de comunicación: Una tercera etapa, en sus principios aun, consiste en la posibilidad de apertura de canales de comunicación directa entre la administración y la ciudadanía mediante la realización de consultas que requieren una respuesta directa, la existencia de personal habilitado para desarrollar esa interlocución, la creación de foros de discusión donde los ciudadanos puedan intercambiar puntos de vista e incluso promover iniciativas políticas, y la creación de comunidades virtuales que faciliten la participación en la vida política de diversos grupos representativos de naturaleza muy diversa.

La experiencia internacional muestra que la mayor parte de las iniciativas de e-gobierno corresponden a la primera etapa señalada (8) . Se suele mencionar que son las capacidades internas de la administración pública así como el contexto ciudadano con sus prácticas y posibilidades concretas de uso de TIC, las que definen la velocidad de expansión del e-gobierno.

Al parecer, el desarrollo de tales iniciativas resulta más complejo de lo que se estimó en primera instancia en razón de la falta de recursos y capacidad de la propia administración pública para mantener tales servicios (9) .
Los portales de gobiernos locales en México
En lo que sigue, se lleva a cabo un análisis de las principales características de los portales de diversas entidades urbanas mexicanas.
La evolución del e-gobierno en México no está desvinculada del partido que gobierna las entidades urbanas, sean municipios o delegaciones (véase cuadro anexo 1). De hecho, las nuevas condiciones de competencia política obligan a intentar elevar la calidad de la gestión de los gobiernos locales, y el ámbito de los portales es un espacio privilegiado para mostrar las vocaciones (y aptitudes) democráticas y de gobierno de calidad de los diversos partidos en actuaciones locales. El cuadro 1 indica que en la muestra que hemos considerado, PAN y PRD prácticamente comparten la misma importancia, pero existe, como se verá, una diferencia por los ámbitos de gestión local: el PAN gobierna básicamente en ciudades, en tanto que el PRD lo hace en delegaciones del DF. La idea detrás de comparar las entidades municipales con las delegaciones del DF, es que éstas constituyen ámbitos de gobierno local con diversas funciones similares a las de municipios (10) , aunque con ello no pretendemos pasar por alto las diferencias que también existen, como el aspecto recaudatorio que es centralizado al nivel del gobierno de la ciudad de México. Recordemos que las delegaciones han sido objeto de una intensa competencia política, y que algunas de gran importancia económica y social están gobernadas por el PAN.

El análisis que llevamos a cabo consistió en reconocer cuáles eran las funciones que realizaban los diversos portales, diferenciando entre las de información, transacción y comunicación (véase cuadro anexo 2). Como es de esperarse, la mayoría de las funciones existentes pertenece a la categoría de información, y la menor parte, a transacción y comunicación. Ello corresponde a la tendencia general de construcción de instrumentos de gestión más complejos. El total de funciones de información contabilizando los 34 portales, constituyó el 69.3 % del total de funciones; las funciones de transacción, el 8.0% y las de comunicación, el 22.7 % restante. Con el fin de construir un criterio de comparación entre los portales, se asignó una ponderación de 1 a las funciones menos avanzadas, es decir, a las de información; una ponderación de 2 a las de transacción y el valor más alto, de 3, a las de comunicación. Ello permitió generar un puntaje con el cual poder agrupar a los portales, y el resultado se puede observar en el cuadro 2. En él puede verse el número de opciones de uso del portal clasificadas por información, transacción y comunicación, y en la columna final, el puntaje que resulta de aplicar la ponderación señalada.
El cuadro 2 indica un patrón interesante de desarrollo de los portales de gobiernos locales: por una parte, un continuum en la distribución de frecuencias pero también una fuerte polarización entre extremos, ya que define un grupo de portales de mayor desarrollo y en el extremo inferior, los que se encuentran en una fase básica. De modo general, los de la gama alta presentan un gran número de funciones de información y también de comunicación, en tanto que los de la gama inferior presentan un pequeño número de funciones. Con el fin de conocer el año en que cada portal había iniciado sus funciones, se envió la pregunta correspondiente a las direcciones señaladas en cada portal. La capacidad de reacción a esta pregunta es también un indicador sobre la forma en que cada portal maneja el aspecto de comunicación. Contestaron siete portales (11) del total de 34 portales analizados, es decir, uno de cada cinco, y las respuestas a la pregunta van desde el año 1997 hasta el 2003. Los datos específicos de estos portales se encuentran en el cuadro anexo 3. Dado que este ejercicio arroja información sobre el comportamiento de las funciones de comunicación, a cada portal que contestó la pregunta se le asignó una unidad más en la contabilidad de las funciones de comunicación que realiza, lo cual dio por resultado una nueva puntuación respecto a la original, misma que se encuentra en el cuadro 3.

El cuadro 3 brinda información de conjunto. Confirma la polarización entre los portales, y desde luego, se observa una asociación entre ésta y los partidos en el gobierno local. Se incluyó un par de indicadores sociales disponibles, el de la proporción de PEA dedicada al sector terciario y el del grado de marginación. La imagen desde esta perspectiva es similar: se trata de entidades con un importante peso de población terciaria, lo cual vemos como una aproximación al grado de desarrollo urbano en general, y con grados de marginación bajos. La polarización observada nos lleva a enfocar las distancias entre los portales del DF y los del resto del país.

Si la concentración urbana fuese una variable significativa para entender el tipo de portal que los gobiernos locales implementan, cabría esperar una evolución importante en los portales delegacionales. No obstante, en términos comparativos no ocurre así. Si observamos la proporción de funciones según los tres tipos básicos que hemos venido analizando, tenemos la estructura mostrada en el cuadro 4, en la cual vemos que el DF está más concentrado en funciones de información y menos en comunicación, respecto a los portales de otros gobiernos. Sin embargo, las funciones de transacción están más presentes en el DF que en el resto del país.

Una mirada a cada portal delegacional muestra que Tláhuac, Tlalpan y Azcapotzalco son gobiernos locales que han prestado un mínimo interés a la construcción de portales con algún grado superior de complejidad. Prácticamente lo mismo puede decirse de los gobiernos de Cuajimalpa y Magdalena Contreras. Esto sin duda arrastra al conjunto del gobierno digital de la capital del país hacia un nivel muy pobre en relación a otras ciudades. Por supuesto, debe considerarse que en el DF coexiste el nivel local de gobierno (delegación) con el nivel del gobierno central, y que el portal del DF no ha sido incluido en este análisis. Las conclusiones, sin embargo, nos llevan a preguntas como la siguiente: ¿qué factor determina el que una delegación como Azcapotzalco, más urbana que rural (en comparación con Tláhuac, por ejemplo) y con uno de los asentamientos industriales históricamente más importantes en México, tenga un portal de nivel básico? Una pregunta idéntica puede lanzarse sobre la delegación Cuauhtémoc, en la que se asienta la mayor concentración económica del DF.

SOCIEDAD DE LA INFORMACION

DIEZ RASGOS DE LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÒN

Exuberancia.. Disponemos de una apabullante y diversa cantidad de datos. Se trata de un volumen de información tan profuso que es por sí mismo parte del escenario en donde nos desenvolvemos todos los días.

Omnipresencia. Los nuevos instrumentos de información, o al menos sus contenidos, los encontramos por doquier, forman parte del escenario público contemporáneo (son en buena medida dicho escenario) y también de nuestra vida privada. Nuestros abuelos (o bisabuelos, según el rango generacional en el que estemos ubicados) fueron contemporáneos del surgimiento de la radio, se asombraron con las primeras transmisiones de acontecimientos internacionales y tenían que esperar varios meses a que les llegara una carta del extranjero; para viajar de Barcelona a Nueva York lo más apropiado era tomar un buque en una travesía de varias semanas. La generación siguiente creció y conformó su imaginario cultural al lado de la televisión, que durante sus primeras décadas era sólo en blanco y negro, se enteró con pasmo y gusto de los primeros viajes espaciales, conformó sus preferencias cinematográficas en la asistencia a la sala de cine delante de una pantalla que reflejaba la proyección de 35mm y ha transitado no sin asombro de la telefonía alámbrica y convencional a la de carácter celular o móvil. Los jóvenes de hoy nacieron cuando la difusión de señales televisivas por satélite ya era una realidad, saben que se puede cruzar el Atlántico en un vuelo de unas cuantas horas, han visto más cine en televisión y en video que en las salas tradicionales y no se asombran con la Internet porque han crecido junto a ella durante la última década: frecuentan espacios de chat, emplean el correo electrónico y manejan programas de navegación en la red de redes con una habilidad literalmente innata. Esa es la Sociedad de la Información. Los medios de comunicación se han convertido en el espacio de interacción social por excelencia, lo cual implica mayores facilidades para el intercambio de preocupaciones e ideas pero, también, una riesgosa supeditación a los consorcios que tienen mayor influencia, particularmente en los medios de difusión abierta (o generalista, como les llaman en algunos sitios).

Irradiación. La Sociedad de la Información también se distingue por la distancia hoy prácticamente ilimitada que alcanza el intercambio de mensajes. Las barreras geográficas se difuminan; las distancias físicas se vuelven relativas al menos en comparación con el pasado reciente. Ya no tenemos que esperar varios meses para que una carta nuestra llegue de un país a otro. Ni siquiera debemos padecer las interrupciones de la telefonía convencional. Hoy en día basta con enviar un correo electrónico, o e-mail, para ponernos en contacto con alguien a quien incluso posiblemente no conocemos y en un país cuyas coordenadas tal vez tampoco identificamos del todo.

Velocidad. La comunicación, salvo fallas técnicas, se ha vuelto instantánea. Ya no es preciso aguardar varios días, o aún más, para recibir la respuesta del destinatario de un mensaje nuestro e incluso existen mecanismos para entablar comunicación simultánea a precios mucho más bajos que los de la telefonía tradicional.

Multilateralidad / Centralidad. Las capacidades técnicas de la comunicación contemporánea permiten que recibamos información de todas partes, aunque lo más frecuente es que la mayor parte de la información que circula por el mundo surja de unos cuantos sitios. En todos los países hay estaciones de televisión y radio y en muchos de ellos, producción cinematográfica.. Sin embargo el contenido de las series y los filmes más conocidos en todo el mundo suele ser elaborado en las metrópolis culturales. Esa tendencia se mantiene en la Internet, en donde las páginas más visitadas son de origen estadounidense y, todavía, el país con más usuarios de la red de redes sigue siendo Estados Unidos.

Interactividad / Unilateralidad. A diferencia de la comunicación convencional (como la que ofrecen la televisión y la radio tradicionales) los nuevos instrumentos para propagar información permiten que sus usuarios sean no sólo consumidores, sino además productores de sus propios mensajes. En la Internet podemos conocer contenidos de toda índole y, junto con ello, contribuir nosotros mismos a incrementar el caudal de datos disponible en la red de redes. Sin embargo esa capacidad de la Internet sigue siendo poco utilizada. La gran mayoría de sus usuarios son consumidores pasivos de los contenidos que ya existen en la Internet.

Desigualdad. La Sociedad de la Información ofrece tal abundancia de contenidos y tantas posibilidades para la educación y el intercambio entre la gente de todo el mundo, que casi siempre es vista como remedio a las muchas carencias que padece la humanidad. Numerosos autores, especialmente los más conocidos promotores de la Internet, suelen tener visiones fundamentalmente optimistas acerca de las capacidades igualitarias y liberadoras de la red de redes (por ejemplo Gates: 1995 y 1999 y Negroponte, 1995). Sin embargo la Internet, igual que cualquier otro instrumento para la propagación y el intercambio de información, no resuelve por sí sola los problemas del mundo. De hecho, ha sido casi inevitable que reproduzca algunas de las desigualdades más notables que hay en nuestros países. Mientras las naciones más industrializadas extienden el acceso a la red de redes entre porcentajes cada vez más altos de sus ciudadanos, la Internet sigue siendo ajena a casi la totalidad de la gente en los países más pobres o incluso en zonas o entre segmentos de la población marginados aún en los países más desarrollados.

Heterogeneidad. En los medios contemporáneos y particularmente en la Internet se duplican –y multiplican– actitudes, opiniones, pensamientos y circunstancias que están presentes en nuestras sociedades. Si en estas sociedades hay creatividad, inteligencia y arte, sin duda algo de eso se reflejará en los nuevos espacios de la Sociedad de la Información. Pero de la misma manera, puesto que en nuestras sociedades también tenemos prejuicios, abusos, insolencias y crímenes, también esas actitudes y posiciones estarán expresadas en estos medios. Particularmente, la Internet se ha convertido en foro para manifestaciones de toda índole aunque con frecuencia otros medios exageran la existencia de contenidos de carácter agresivo o incómodo, según el punto de vista de quien los aprecie.

Desorientación. La enorme y creciente cantidad de información a la que podemos tener acceso no sólo es oportunidad de desarrollo social y personal. También y antes que nada, se ha convertido en desafío cotidiano y en motivo de agobio para quienes recibimos o podemos encontrar millares de noticias, símbolos, declaraciones, imágenes e incitaciones de casi cualquier índole a través de los medios y especialmente en la red de redes. Esa plétora de datos no es necesariamente fuente de enriquecimiento cultural, sino a veces de aturdimiento personal y colectivo. El empleo de los nuevos medios requiere destrezas que van más allá de la habilidad para abrir un programa o poner en marcha un equipo de cómputo. Se necesitan aprendizajes específicos para elegir entre aquello que nos resulta útil, y lo mucho de lo que podemos prescindir.

Ciudadanía pasiva. La dispersión y abundancia de mensajes, la preponderancia de los contenidos de carácter comercial y particularmente propagados por grandes consorcios mediáticos y la ausencia de capacitación y reflexión suficientes sobre estos temas, suelen aunarse para que en la Sociedad de la Información el consumo prevalezca sobre la creatividad y el intercambio mercantil sea más frecuente que el intercambio de conocimientos. No pretendemos que no haya intereses comerciales en los nuevos medios –al contrario, ellos suelen ser el motor principal para la expansión de la tecnología y de los contenidos–. Pero sí es pertinente señalar esa tendencia, que se ha sobrepuesto a los proyectos más altruistas que han pretendido que la Sociedad de la Información sea un nuevo estadio en el desarrollo cultural y en la humanización misma de nuestras sociedades.

La Sociedad de la Información es expresión de las realidades y capacidades de los medios de comunicación más nuevos, o renovados merced a los desarrollos tecnológicos que se consolidaron en la última década del siglo: la televisión, el almacenamiento de información, la propagación de video, sonido y textos, han podido comprimirse en soportes de almacenamiento como los discos compactos o a través de señales que no podrían conducir todos esos datos si no hubieran sido traducidos a formatos digitales. La digitalización de la información es el sustento de la nueva revolución informática. Su expresión hasta ahora más compleja, aunque sin duda seguirá desarrollándose para quizá asumir nuevos formatos en el mediano plazo, es la Internet.





TECNOLOGÌA EDUCATIVA

SOCIEDAD DE INFORMACIÒN

¿Vivimos en una época de cambios o un cambio de época? ¿Cómo caracterizar a las profundas transformaciones que vienen con la acelerada introducción en la sociedad de la inteligencia artificial y de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC)? ¿Se trata de una nueva etapa de la sociedad industrial o estamos entrando en una nueva era? “Aldea global”, “era tecnotrónica”, “sociedad postindustrial”, “era -o sociedad- de la información” y “sociedad del conocimiento” son algunos de los términos que se han acuñado en el intento por identificar y entender el alcance de estos cambios. Pero mientras el debate prosigue en el ámbito teórico, la realidad corre por delante y los medios de comunicación eligen los nombres que hemos de usar.
Cualquier término que usemos, en el fondo, es un atajo que nos permite hacer referencia a un fenómeno -actual o futuro-, sin tener que describirlo cada vez; pero el término escogido no define, de por sí, un contenido. El contenido emerge de los usos en un contexto social dado, que a su vez influyen en las percepciones y expectativas ya que cada término lleva consigo un pasado y un sentido (o sentidos), con su respectivo bagaje ideológico. Era de esperarse, entonces, que cualquier término que se quiera emplear para designar la sociedad en la que vivimos, o a la cual aspiramos, sea objeto de una disputa de sentidos, tras la que se enfrentan diferentes proyectos de sociedad.
En el marco de la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información -CMSI-, hay dos términos que han ¬ocupado el escenario: sociedad de la información y sociedad del conocimiento, con sus respectivas variantes. Pero, si bien el marco impuso el uso del primero, desde un inicio provocó disconformidad y ningún término ha logrado un consenso.

Historia de los términos
Sociedad de la información
En la última década, la expresión “sociedad de la información” se ha consagrado sin lugar a dudas como el término hegemónico, no necesariamente porque exprese una claridad teórica, sino por el bautizo que recibió en las políticas oficiales de los países más desarrollados, además de la coronación que significó honrarlo con una Cumbre Mundial.

Los antecedentes del término, sin embargo, datan de décadas anteriores. En 1973, el sociólogo estadounidense Daniel Bell introdujo la noción de la “sociedad de la información” en su libro El advenimiento de la sociedad post-industrial[1], donde formula que el eje principal de ésta será el conocimiento teórico y advierte que los servicios basados en el conocimiento habrán de convertirse en la estructura central de la nueva economía y de una sociedad apuntalada en la información, donde las ideologías resultarán sobrando.
Esta expresión reaparece con fuerza en los años 90, en el contexto del desarrollo de Internet y de las TIC. A partir de 1995, fue incluida en la agenda de las reuniones del G7 (luego G8, donde se juntan los jefes de Estado o gobierno de las naciones más poderosas del planeta). Se ha abordado en foros de la Comunidad Europea y de la OCDE (los treinta países más desarrollados del mundo) y ha sido adoptada por el gobierno de los Estados Unidos, así como por varias agencias de las Naciones Unidas y por el Grupo Banco Mundial. Todo ello con gran eco mediático. A partir de 1998, fue elegida, primero en la Unión Internacional de Telecomunicaciones y luego en la ONU, como el nombre de la Cumbre Mundial a realizarse en 2003 y 2005.

En este contexto, el concepto de “sociedad de la información”, como construcción política e ideológica, se ha desarrollado de la mano de la globalización neoliberal, cuya principal meta ha sido acelerar la instauración de un mercado mundial abierto y “autoregulado”. Esta política ha contado con la estrecha colaboración de organismos multilaterales como la Organización Mundial del Comercio (OMC), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, para que los países débiles abandonen las regulaciones nacionales o medidas proteccionistas que “desalentarían” la inversión; todo ello con el conocido resultado de la escandalosa profundización de las brechas entre ricos y pobres en el mundo.

En efecto, para fines de siglo, cuando la mayoría de los países desarrollados ya habían adoptado políticas de desarrollo de la infraestructura de las TIC, se produce el auge espectacular del mercado de acciones de la industria de la comunicación. Pero los mercados del Norte comienzan a saturarse. Entonces, se intensifican las presiones hacia los países en desarrollo para que dejen la vía libre a la inversión de las empresas de telecomunicaciones e informática, en busca de nuevos mercados para absorber sus excedentes de ganancias. Es en este contexto que se convoca la CMSI; panorama que se modifica, sin embargo, una vez que estalla la burbuja bursátil a partir del año 2000. No obstante esta realidad y el rol clave que las tecnologías de la comunicación han desempeñado en la aceleración de la globalización económica, su imagen pública está más asociada a los aspectos más “amigables” de la globalización, como Internet, telefonía celular e internacional, TV por satélite, etc. Así, la sociedad de la información ha asumido la función de “embajadora de buena voluntad” de la globalización, cuyos “beneficios” podrían estar al alcance de todos/as, si solamente se pudiera estrechar la “brecha digital”[2].

Sociedad del conocimiento
La noción de “sociedad del conocimiento” (knowledge society) surgió hacia finales de los años 90 y es empleada particularmente en medios académicos, como alternativa de algunos a “sociedad de la información”.

La UNESCO, en particular, ha adoptado el término “sociedad del conocimiento”, o su variante “sociedades del saber”, dentro de sus políticas institucionales. Ha desarrollado una reflexión en torno al tema, que busca incorporar una concepción más integral, no en relación únicamente con la dimensión económica. Por ejemplo, Abdul Waheed Khan (subdirector general de la UNESCO para la Comunicación y la Información), escribe[3]: “La sociedad de la Información es la piedra angular de las sociedades del conocimiento. El concepto de “sociedad de la información”, a mi parecer, está relacionado con la idea de la “innovación tecnológica”, mientras que el concepto de “sociedades del conocimiento” incluye una dimensión de transformación social, cultural, económica, política e institucional, así como una perspectiva más pluralista y desarrolladora. El concepto de “sociedades del conocimiento” es preferible al de la “sociedad de la información” ya que expresa mejor la complejidad y el dinamismo de los cambios que se están dando. (...) el conocimiento en cuestión no sólo es importante para el crecimiento económico sino también para empoderar y desarrollar todos los sectores de la sociedad”.

Un matiz en este debate, que solo concierne a los idiomas latinos, es la distinción entre sociedad del “conocimiento” o del “saber” (ambos traducen el término inglés “knowledge society”). La noción de “saberes” implica certezas más precisas o prácticas, mientras que conocimiento abarca una comprensión más global o analítica. André Gorz considera que los conocimientos se refieren a “contenidos formalizados, objetivados, que no pueden, por definición, pertenecer a las personas... El saber está hecho de experiencias y de prácticas que se volvieron evidencias intuitivas y costumbres”[4]. Para Gorz, la “inteligencia” cubre toda la gama de capacidades que permite combinar saberes con conocimientos. Sugiere, entonces, que “knowledge society” se traduzca por “sociedad de la inteligencia”

En todo caso, por lo general, en este contexto se utiliza indistintamente sociedad del conocimiento o del saber, si bien en español conocimiento parece ser más usual

Definiciones actuales: el estado del Arte

Es preciso diferenciar aquí aquellas definiciones que apuntan a caracterizar una realidad existente o emergente de aquellas que expresan una visión -o anhelo- de una sociedad potencial. Las dos son relevantes: las primeras por su aporte al análisis, las segundas porque orientan políticas y acciones.
En la primera categoría nos referiremos a Manuel Castells por ser uno de los investigadores que más ha desarrollado el tema, además de ser una autoridad reconocida en la materia. Castells prefiere el término “sociedad informacional” antes que “sociedad de la información” (haciendo la comparación con la diferencia entre industria e industrial). Él señala que si bien el conocimiento y la información son elementos decisivos en todos los modos de desarrollo, “el término informacional indica el atributo de una forma específica de organización social en la que la generación, el procesamiento y la transmisión de información se convierten en las fuentes fundamentales de la productividad y el poder, debido a las nuevas condiciones tecnológicas que surgen en este período histórico” [5].
Más adelante precisa: “Lo que caracteriza a la revolución tecnológica actual no es el carácter central del conocimiento y la información, sino la aplicación de ese conocimiento e información a aparatos de generación de conocimiento y procesamiento de la información/comunicación, en un círculo de retroalimentación acumulativo entre la innovación y sus usos”. Y acota: “La difusión de la tecnología amplifica infinitamente su poder cuando sus usuarios se la apropian y la redefinen. Las nuevas tecnologías de la información no son sólo herramientas que aplicar, sino procesos que desarrollar. (...) Por primera vez en la historia, la mente humana es una fuerza productiva directa, no sólo un elemento decisivo del sistema de producción” [6].
En cuanto a la sociedad del conocimiento, en una publicación posterior señala: “se trata de una sociedad en la que las condiciones de generación de conocimiento y procesamiento de información han sido sustancialmente alteradas por una revolución tecnológica centrada en el procesamiento de información, en la generación del conocimiento y en las tecnologías de la información”[7].
Yves Courrier, refiriéndose a Castells, diferencia los dos términos de esta forma: “sociedad de la información” pone el énfasis en el contenido del trabajo (el proceso de captar, procesar y comunicar las informaciones necesarias), y “sociedad del conocimiento” en los agentes económicos, que deben poseer cualificaciones superiores para el ejercicio de su trabajo [8].

Con respecto a las visiones, se destacan los documentos que resultaron de la CMSI, por surgir de un proceso mundial. La Declaración de Principios de Ginebra[9], adoptada por los gobiernos -con significativos aportes de la sociedad civil-, expresa en su primer artículo:

“Nosotros (...) declaramos nuestro deseo y compromiso comunes de construir una Sociedad de la Información centrada en la persona, integradora y orientada al desarrollo, en que todos puedan crear, consultar, utilizar y compartir la información y el conocimiento, para que las personas, las comunidades y los pueblos puedan emplear plenamente sus posibilidades en la promoción de su desarrollo sostenible y en la mejora de su calidad de vida, sobre la base de los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas y respetando plenamente y defendiendo la Declaración Universal de Derechos Humanos.”

Por su parte, la Declaración de la Sociedad Civil[10] extiende su visión sobre varios párrafos, pero lo esencial dice:
“Nos comprometemos a constituir sociedades de la información y la comunicación centradas en la gente, incluyentes y equitativas. Sociedades en las que todas y todos puedan crear, utilizar, compartir y diseminar libremente la información y el conocimiento, así como acceder a éstos, con el fin de que particulares, comunidades y pueblos sean habilitados y habilitadas para mejorar su calidad de vida y llevar a la práctica su pleno potencial”. A continuación, esta Declaración añade los principios de justicia social, política y económica, y de la plena participación y habilitación de los pueblos; destaca los objetivos de desarrollo sostenible, democracia e igualdad de género; y evoca sociedades en donde el desarrollo se enmarque en los derechos humanos fundamentales y esté orientado a lograr una distribución más equitativa de los recursos.







ESCUELA PARA PADRES

RELACIONES DE CONFIANZA

Uno de los aspectos fundamentales de nuestra vida, es el de relacionarnos con otras personas. Ya sea en casa, en el trabajo, en la calle, etc, continuamente estamos relacionándonos. Por supuesto, algunas relaciones son más importantes que otras. Pero… ¿por qué? Pensar acerca de esto podría ser muy valioso

El hecho de que algunas relaciones sean más importantes que otras, nos muestra algo fundamental acerca de nuestra naturaleza: nos dice que “quienes somos” y “quienes podemos llegar a Ser” está críticamente atado a nuestras relaciones (pasadas, presentes y futuras). Los medios y las posibilidades de nuestra vida no provienen de un ser aislado, sino de una red de relaciones. Es nuestra inter-acción con los demás la que nos provee los recursos para vivir… y esto tiene una influencia decisiva en la calidad de nuestra existencia.



Ciertamente, valoramos nuestra privacidad (nuestro tiempo para estar solos): nos gusta tener paz y poder aislarnos del mundo por un rato… pero no pasa demasiado tiempo sin que busquemos la compañía de otras personas. De ahí que valoremos tanto entablar conversaciones que nos nutran y estimulen, que nos den alegría y nos entretengan, nos den satisfacción y un sentimiento de plenitud y logro.
En realidad, nuestra existencia es una Co-existencia, ya que vivimos y trabajamos con una gran cantidad de personas. Como “seres sociales” que somos, co-existimos con los demás: necesitamos de ellos y nos apoyamos en ellos. Las relaciones y las conversaciones nos permiten coordinar las acciones con las demás personas. Gracias a esta coordinación, obtenemos cosas que -de otra manera- serían muy difíciles o imposibles de obtener. Esto se aplica tanto a una simple familia (cuyos integrantes van al trabajo y a la escuela cada mañana), como a grandes empresas altamente especializadas (donde las personas trabajan juntas compartiendo sus conocimientos).

Si las relaciones son tan importantes, entonces, uno de los grandes desafíos de nuestra vida es construir y mantener relaciones positivas. Podemos decir que las relaciones positivas, son aquellas que proveen el contexto en el cual podemos aprender, crecer y sentirnos “bien” (con nosotros y con lo que estamos logrando).

La confianza permite que las relaciones positivas florezcan y se desarrollen. Cuando la confianza se erosiona, las relaciones se deterioran. Las dudas que podemos tener acerca de otra persona, actúan como un veneno o un “cáncer”, esparciéndose rápidamente y saboteando la relación.
Todos nosotros, en algún momento, desconfiamos de alguien. Hay personas que -apenas las conocemos- nos hacen sentir incómodos. Expresiones tales como “Mejor perderlo que encontrarlo“, expresan esta falta de confianza. Desafortunadamente, la desconfianza también incluye a personas que conocemos desde hace tiempo. La desconfianza tiene un impacto devastador en nuestras relaciones (y sobre la calidad de las conversaciones que suceden dentro de ellas): silenciosamente, comenzamos a dudar de las motivaciones y conductas de los demás y, al hacerlo, cambiamos nuestras propias conductas hacia ellos.
Aunque la confianza es un componente indispensable de las relaciones positivas y productivas, la consideramos “dada por hecho” demasiado rápidamente. Y sólo nos preocupamos por ella, cuando sentimos que se ha roto. La confianza es un elemento muy frágil de las relaciones, que necesita nutrición continua.
“La confianza es el cemento que mantiene unidas las relaciones“
Pero… ¿qué es la confianza? Es interesante notar que, cuando no nos sentimos cómodos con alguien, más allá de las circunstancias, no siempre sabemos explicar exactamente qué es esa incomodidad. De lo único que tenemos certeza, es del fuerte “presentimiento” o “corazonada” que sentimos.
Es verdad: la confianza es una “sensación”… pero podemos ser aún mucho más precisos! Podemos decir que es -simultáneamente- una sensación y un fenómeno lingüístico (por ejemplo, como un juicio o una opinión). El presentimiento es tan sólo el componente emocional de la confianza (el más fácil de reconocer), aunque no es capaz de articular el componente lingüístico de la misma: o sea, describirla con precisión.

Si nos enfocamos en el componente lingüístico, la confianza puede describirse como un triple juicio (o conjunción de tres opiniones): cuando confiamos -o desconfiamos- de alguien, en realidad lo que hacemos es juzgar su sinceridad, su confiabilidad y su competencia. Confiar o no hacerlo, siempre conlleva nuestra opinión, acerca de estos tres puntos.
Juzgamos la sinceridad, cuando evaluamos si alguien es genuino o tiene “intenciones ocultas”. Juzgamos la confiabilidad, cuando necesitamos comprobar que alguien puede cumplir con sus compromisos (por ejemplo, entregando los trabajos en tiempo y calidad acordada). Y por último, juzgamos la competencia cuando reconocemos que alguien posee las habilidades necesarias, para completar satisfactoriamente una tarea.

Es por esto que la confianza también está ligada a nuestra identidad. La “reputación”, o la imagen que las personas tienen de nosotros, ya sea positiva o negativa, no puede estar divorciada de los juicios que -continuamente- nuestro entorno hace acerca de nuestra sinceridad, confiabilidad y competencia. Las conversaciones que las personas desean -o no- tener con nosotros, y las relaciones que desean -o no- desarrollar, estarán fuertemente influenciadas por nuestra identidad.

Como creamos nuestra reputación a través de nuestras acciones, gran parte de esta reputación proviene de la manera en que nos relacionamos con los demás: la manera en que hacemos y respetamos los acuerdos. ¿Coinciden nuestras palabras con nuestras acciones?

Para profundizar esta reflexión, piense en dos personas importantes de su entorno: una con quien tenga una relación positiva y otra, en que la relación no lo sea tanto. ¿Qué diferencias encuentra en sus propios juicios, acerca de la sinceridad, confiabilidad y competencias de cada una de ellas? ¿Qué es diferente -emocionalmente hablando- en esos juicios? ¿Qué es diferente -cualitativamente hablando- en las conversaciones? ¿Qué conversaciones y acciones (usted y la otra persona) necesitan realizar para construir confianza? ¿Qué pequeños pasos está dispuesto a dar, para lograr ese tipo de conversaciones?

Las relaciones que se rompen, siempre tienen un alto costo: éste puede ser emocional, físico, mental… o financiero! Nuestro dolor, ya sea como individuos, como familias, equipos de trabajo, o sociedad, proviene de no tener relaciones de calidad y altamente confiables. Por esto, podemos mejorar nuestros resultados, nuestra satisfacción y nuestra calidad de vida en general, si no descuidamos la importancia de nuestras conversaciones y trabajamos en ellas, día a día… desarrollando confianza!



PAPEL DE LA FAMILIA EN LA EDUCACIÒN

FAMILIA Y ESCUELA ANTE UN MUNDO EN CAMBIO




INTRODUCCIÓN

Familia y Escuela son un marco referencial imprescindible para la incorporación de un nuevo ser humano a la sociedad; pero, este marco se encuentra a merced de los avatares impuestos por transformaciones diversas que han de asumir ambas instituciones si quieren responder a su tarea educativa y socializadora.

Los cambios de la sociedad actual son rápidos y profundos, los sujetos no están preparados para adaptarse a ellos en los diversos niveles: biológico, psicológico y social. La complejidad, cada vez mayor, que la caracteriza, demanda una nueva visión educadora de la familia y la escuela, lo que exige su compromiso para trabajar unidas en un proyecto común.

El objetivo principal de esta aportación es crear un espacio de reflexión sobre la necesidad de tomar conciencia de la importancia de la formación en Educación Familiar para ayudar a:
a. Los profesionales de la educación y a los padres a mejorar las relaciones Escuela-Familia como una medida de calidad de la enseñanza y prevención del fracaso escolar.
b. Los padres a tomar conciencia de su papel en la educación de sus hijos para responder a las nuevas necesidades educativas que presentan.

Para ello, se ofrece el análisis de algunos de los contrastes y cambios fundamentales que se están produciendo y repercuten en la familia y la escuela, y son necesarios tener en cuenta en las prácticas educativas. También, se considera que una intervención para la educación del futuro debe estar enmarcada en un enfoque interactivo, ecológico y comunitario para responder a las necesidades afectivas, cognitivas y sociales de todos los implicados.

1. CAMBIOS FUNDAMENTALES EN LA SOCIEDAD ACTUAL Y SUS REPERCUSIONES.

Los avances científicos y tecnológicos han supuesto cambios muy rápidos. Se suceden de forma vertiginosa, no dando lugar a que el hombre pueda interiorizarlos y adaptarse a las nuevas exigencias que estas transformaciones van imponiendo al mundo de la cultura, mucho más lento en su evolución.

Estos cambios, que afectan a la educación familiar, se sitúan en dos planos: interno y externo:

1. Interno. La familia necesita un marco de referencia para guiar, orientar y educar a sus hijos, porque sumergida en un mundo cambiante, cuya inestabilidad e incertidumbre fomenta inseguridad y miedo, se encuentra confundida, las viejas creencias, los valores vividos, en definitiva, la educación recibida no le sirve para educar a su generación actual.
2. Externo. La familia se encuentra en medio de contrastes ante los cuales se siente sobrepasada y se pregunta cómo responder a las demandas de sus hijos que están fuera de los esquemas de sus propias experiencias y vivencias.

En este contexto, la familia tradicional aparece desdibujada, ha perdido sus antiguos puntos de sustentación, se han venido abajo los grandes pilares que sostenían sus creencias y cimentaban los roles atribuidos a los diferentes miembros de la familia, por ejemplo: el hombre, en la figura del padre, no representa la autoridad como pilar de fuerza y poder; la mujer, en la figura de madre, no representa el amor como pilar de sumisión y abnegación y la sexualidad, no representa lo puro y misterioso como pilar de reproducción… Esta situación le impide saber plantear pautas educativas que respondan a las necesidades actuales de sus hijos.

En definitiva, la familia se encuentra buscando nuevos pilares donde asentar una nueva identidad.

Desde otra perspectiva, la escuela, también se encuentra en una situación similar. Los viejos patrones educativos no le sirven para educar hoy. A merced de los vientos del autoritarismo de ayer y del permisivismo actual, a veces, deja hacer… porque no sabe qué hacer. Encerrada en una burocracia asfixiante, se le hace difícil vivir el sentido comunitario que, proclaman los documentos que la rodean y le exigen los nuevos valores democráticos. Siente la presión de las demandas que van más allá de su tradicional función transmisora de conocimientos y no se siente preparada para afrontarlas.

¿Qué pueden hacer familia y escuela ante esta situación?. Sencillamente, aliarse y emprender juntas un camino que les permita crear una nueva concepción de la educación, desde una perspectiva comunitaria real dónde el verdadero protagonista sea el niño. Este objetivo exige la elaboración de un proyecto educativo común entre familia y escuela.

¿Cómo? Analizando y reflexionando la realidad sociohistórica en la que están inmersas y tratando de responder al tipo de educación que quieren dar a las nuevas generaciones y el tipo de hombre que quieren formar, así como en los medios e instrumentos que han de utilizar para lograrlo. Este análisis implica tener en cuenta algunos contrastes de la sociedad actual.

2. CONTRASTES DE LA SOCIEDAD.

Como decíamos, en el seno de la familia y la escuela se están produciendo cambios sustanciales relacionados con los papeles que juegan en la educación, a los que se añaden los grandes contrastes influidos por las Nuevas Tecnologías de la Comunicación, difíciles de abordar, que caracterizan esta sociedad y configuran un estilo de vida y valores, como por ejemplo, los siguientes:

• El vecino del bloque es un desconocido con el que no se entabla ninguna comunicación, pero sí se mantienen relaciones con personas y países remotos por medio del correo electrónico, Internet o videoconferencia.
• Algunas autonomías territoriales son defendidas a ultranza, y en el ámbito internacional se buscan estrategias de actuación conjunta y global.
• Ciertos países desarrollados disponen de una gran tasa de paro, no obstante, recurren a la mano de obra barata proporcionada por los inmigrantes, pero no les integran en su cultura.
• Las pequeñas infracciones son penalizadas y las grandes corrupciones se justifican.
• El esfuerzo, la constancia y el trabajo son desvalorizados, mientras que el éxito fácil es premiado, etc.

El centro de estos contrastes se encuentra en los medios de comunicación como faro que alumbran lo cotidiano, eje alrededor del que gira la vida familiar y escolar y sus acontecimientos. De forma que los recursos audiovisuales y tecnológicos: televisión, video-juegos, Internet, etc., están al alcance de los ciudadanos, y modelan una nueva forma de concebir el mundo y sus valores. Como señala Savater, F. (1997 :71), “mientras que la función educadora de la autoridad paternal se eclipsa, la educación televisiva conoce cada vez mayor auge ofreciendo sin esfuerzo ni discriminación pudorosa el producto ejemplarizante que antes era manufacturado por la jerárquica artesanía familiar”.

¿Qué conclusiones pueden extraerse de lo expuesto?. El niño es bombardeado desde diferentes flancos por gran cantidad de información, a veces, contradictoria que forma una realidad calidoscópica, de donde surge la necesidad inminente de una educación por parte de los padres y profesores que le ayuden a discriminar este cúmulo de información y le orienten y guíen dando coherencia a sus experiencias cotidianas. ¿Cómo?

Tomando como marco de referencia la inestimable la aportación del Informe de la Unesco de la Comisión Internacional sobre la Educación para el S. XXI, presidido por Jacques Delors, que basa la educación para el futuro en estos cuatro pilares fundamentales: Aprender a conocer, Aprender a ser, Aprender a hacer y Aprender a vivir en comunidad.

Aprender a conocer: Es necesario poner en contacto a los niños y niñas con los conocimientos, entretejidos por la historia y la cultura, que se organizan en contenidos curriculares y se aprenden en la escuela, pero también, con el mundo que les rodea por medio de sus relaciones con el entorno, la familia, los iguales y los medios de comunicación, ayudándoles a analizar esta realidad a través de estrategias de aprendizaje constructivo.

La familia transmite conocimientos que entran dentro del ámbito de la historia familiar y le confiere una serie de características diferenciales fruto de las experiencias de las generaciones anteriores. En este sentido, es importante, crear en el hogar intercambios y comunicaciones sobre la historia de los abuelos, tíos abuelos, así como anécdotas y sucesos acaecidos en la biografía familiar, que permitan al niño tomar conciencia de su procedencia y conocer su filiación y le ayuden a tomar conciencia de su identidad personal, familiar y social.

Así, el niño estructura un tiempo y un espacio tanto en el ámbito personal como histórico, que le ayudan a tomar conciencia de sí mismo como sujeto individual y social. La construcción del concepto de sí mismo de un sujeto gira alrededor de estos dos ejes: tiempo y espacio.

Aprender a ser. Para ello, los niños y niñas han de aprender a ser desde dos vertientes: 1) social: como miembro de un grupo social, de una cultura, que podemos relacionar con “aprender a conocer”, y 2) individual: como ser único y diferente, descubriendo su interioridad, sus posibilidades y limitaciones, su realidad personal inmersa en una realidad social, en la que desarrollar su proyecto vital.

Para aprender a ser él mismo, el niño descubre sus peculiaridades y su ser sí mismo en la diferenciación con los miembros de su familia. La identidad personal la adquiere en este doble proceso de descubrimiento de sí mismo y diferenciación del otro. De ahí la importancia de sus primeros contactos familiares para potenciar la realidad de su ser individual y personal. El niño aprende a ser sintiéndose querido, valorado, descubriendo que es digno de ser amado.

Aprender a hacer. El niño aprende a desarrollar habilidades y destrezas, observando, experimentando y descubriendo todos los objetos que encuentra a su alrededor. El niño aprende a hacer con sus más próximos, en la realidad cotidiana del hogar y de la escuela, cuando se le permite manipular, asociar y establecer relaciones entre diferentes elementos, estamos permitiendo que aprenda a hacer. La creatividad como capacidad creadora, que permite abrir hacia nuevas fronteras, se fomenta estimulando al niño a investigar, descubrir, explorar, experimentar, y en esta tarea pueden participar familia y escuela, por medio de estrategias innovadoras de trabajo común.

Aprender a vivir en comunidad. Favorecer una educación para la vida comunitaria, desde el ámbito familiar, es fundamental para que el niño aprenda a ejercitar la participación, la cooperación, el diálogo y la toma decisiones consensuadas y compartir los conocimientos y la vida, de forma que luego sea capaz de transferir estos aprendizajes a otros contextos sociales.

En nuestra opinión el verdadero reto es educar para: Aprender a ser y aprender a vivir en comunidad. Estos pilares para que sirvan realmente al diseño de una educación para el futuro han de ser objetivos educativos de la Familia y la Escuela, plasmados en un proyecto común, como mencionábamos anteriormente, donde se planteen el tipo de educación que quieren dar y el tipo de hombre que quieren formar a partir de una toma de decisiones consensuadas.

¿Cómo es posible alcanzar esta meta?

A través de la participación real y efectiva de la familia en los centros. ¿Qué exige? Una formación inicial para la participación, desde los planes de estudio de Formación del Profesorado y de Pedagogos, que incluyan una preparación en Educación Familiar para dotar al profesor y al pedagogo de instrumentos y técnicas para concienciar e implicar a las familias en la vida del centro, así como a los pedagogos de una preparación específica para la formación de padres. En este sentido, profesores y pedagogos se convierten en agentes de participación, de cambio y dinamizadores de las relaciones entre la familia y el centro, que encuentra así su sentido como comunidad educativa.

3. FAMILIA Y ESCUELA: EDUCAR PARA VIVIR EN COMUNIDAD

¿Qué significa el término comunidad?. En palabras de Bárcena, Fernando. (1997 :112), en sentido abstracto, alude a lo que pertenece a todos los miembros de un grupo o colectividad, va referido a una comunidad de bienes, de sentimiento y de origen. Puede adquirir múltiples formas, y referirse a la comunidad familiar, a la escolar, o también a la económica europea. Es un concepto que, en la actualidad, tiene gran importancia en el ámbito de la Sociología y de la Filosofía Moral y Política contemporáneas. Desde el punto de vista sociológico, la comunidad es una forma peculiar de agrupamiento social, y para Rodríguez Neira, T. (1997 :161), “la forma más perfecta de la comunidad es la familia”, pero, ¿lo sabe la familia?.

La familia como primer ámbito educativo necesita reflexionar sobre sus pautas educativas y tomar conciencia de su papel en la educación de sus hijos. La complejidad de la realidad actual se le escapa y esto repercute en la vida del niño, conllevando problemas escolares y familiares que surgen en la realidad diaria: desinterés, falta de motivación, dependencia, bajo rendimiento, fracaso escolar, violencia, etc., que no se pueden achacar a la sociedad en abstracto, a la familia, a la escuela o a los alumnos, de manera independiente como “compartimentos estanco”, sino que la interacción de todos ellos es la que propicia esta situación.

De ahí surge la necesidad de una formación específica en este nuevo campo de trabajo pedagógico, el familiar, para que cualquier intervención que se intente llevar a cabo tenga en cuenta la visión global de su contexto.

El niño comienza su trayectoria educativa en la familia que la escuela complementa. Por tanto, familia y escuela son dos contextos próximos en la experiencia diaria de los niños, que exige un esfuerzo común para crear espacios de comunicación y participación de forma que le den coherencia a esta experiencia cotidiana. La razón de este esfuerzo se justifica en sus finalidades educativas dirigidas al crecimiento biológico, psicológico, social, ético y moral del niño, en una palabra, al desarrollo integral de su personalidad.

De la coordinación y armonía entre familia y escuela va a depender el desarrollo de personalidades sanas y equilibradas, cuya conducta influirá en posteriores interacciones sociales y convivencia en grupo, que crearán un nuevo estilo de vida.
Es urgente que ambas instituciones se planteen como objetivo prioritario al niño como verdadero protagonista de su quehacer educativo

¿Cómo llevarlo a la práctica?

En primer lugar, es necesaria una nueva forma de enfocar la educación en la familia, que ha de tomar conciencia de la necesidad de su participación en ámbitos sociales más amplios. Esto exige una formación de padres a través de programas.
En segundo lugar, las propuestas han de ir enfocadas hacia intervenciones globales en las que se impliquen las instituciones sociales, escolares y familiares, desde una perspectiva interactiva, ecológica y comunitaria.
Como señalábamos el verdadero desafío es aprender a ser y aprender a vivir en comunidad, esto exige hacer posible espacios de comunicación e intercambios que fomenten la participación y conduzcan a compromisos que enriquezcan la vida personal y colectiva de los implicados.
La familia juega un importante papel en este sentido, pero hay que ayudarla a tomar conciencia de ello. Los cambios de la sociedad actual deben encaminarla hacia una estructura participativa y de compromiso, de modo que cada uno de sus integrantes desempeñe su función, y tenga conciencia de su identidad individual como miembro de esa comunidad. ¿Cómo? Dentro un clima de comunicación se establecen pautas para la distribución y organización de tareas en función de las necesidades y posibilidades de cada miembro. En este contexto, la comunicación adquiere un valor esencial si desea educar para la vida comunitaria, y se convierte en la mejor manera de superar dificultades, conflictos, contrastes y contradicciones de la realidad cotidiana que surgen de la propia convivencia del hogar, y fuera de él.

La escuela se sitúa en el segundo espacio, de vital importancia, en la vida de los niños y niñas. Entre sus objetivos se encuentra: fomentar la participación, cooperación y colaboración entre los alumnos. En consecuencia, la puesta en práctica de los valores comunitarios y democráticos que se proponen en la familia y la escuela, formarían parte de las experiencias y vivencias de los alumnos, desde los dos ámbitos en los que interactúa cada día, configurando su identidad y el concepto que de sí mismo van adquiriendo.

En una sociedad como la nuestra, la familia y la escuela han de tener claros sus papeles y fomentar la vida comunitaria, como fundamento de toda posterior experiencia social. ¿Cuáles son los ejes que han de regir sus actuaciones? Siguiendo a Medina Rubio, T (1997): la autoridad basada en el compromiso ético, el ejemplo como coherencia entre lo que se piensa, se dice y se hace y el amor como el motor que impulsa y da vida.

La experiencia temprana en la familia de formas de comunicación basadas en el diálogo y el consenso sustentarán actitudes democráticas de participación, colaboración y cooperación. En consecuencia, este aprendizaje será reforzado en la escuela si pone en práctica actividades en las que los alumnos trabajen en equipo, utilicen la negociación para resolver sus conflictos y pongan en práctica los valores de la vida comunitaria, en los que se han iniciado en el hogar.

En definitiva, es esencial que padres y profesores se pongan de acuerdo sobre cómo hacer efectiva la participación de la familia en la escuela, para que sus relaciones sean de ayuda mutua y hacer frente a los desafíos que les presenta este mundo en cambio, lo que va a repercutir de forma positiva en la educación de los niños y va dar coherencia a sus experiencias.

4. UNA PROPUESTA DE INTERVENCIÓN PARA LA PARTICIPACIÓN DE LA FAMILIA EN LA ESCUELA

Del desarrollo de esta exposición surge un aspecto fundamental, la formación en Educación Familiar. No se puede hablar de fomentar la participación activa de la familia en la comunidad escolar, sin una formación del profesorado y los pedagogos, poniendo a su disposición conocimientos, instrumentos y estrategias que faciliten su labor.

De ahí que, la propuesta de intervención para que sea efectiva, haya de abarcar varios niveles: Universidad, Centros de Formación del Profesorado y Centros Escolares. La incorporación de la Universidad a esta tarea, al introducir, en los planes de estudio de los futuros maestros, Programas de Formación para la Participación: Escuela y Familia, supone una respuesta de implicación y compromiso que muestra su sensibilidad por una apuesta de educación para el futuro. De hecho, en la literatura, se recoge que ya se está realizando en algunos países europeos y americanos. Como indica, Kñallinsky, E. (1999 :142), los objetivos que se persiguen, al incluir la implicación de los padres como parte de los estudios de magisterio, son:

• Desarrollar la sensibilidad en los futuros maestros acerca de los cambios en las familias.
• Conocer la importancia de la implicación de los padres.
• Tener experiencias prácticas de trabajo con éstos
Como objetivos específicos del programa se plantean:
• Trabajar con distintos tipos de familias
• Desarrollar e implementar actividades para comunicarse con las familias
• Elaborar y poner en práctica un proyecto de lectura en casa
• Dirigir reuniones de padres
• Conocer el amplio abanico de actividades que se realizan en las escuelas para integrar a los padres

La formación del profesorado para la participación educativa de la familia, así como la de los pedagogos, mejoraría la tarea educativa que tienen encomendada ambas instituciones. Desde este enfoque, el rol del profesor es de mediador entre la cultura escolar y familiar, y se superarían los temores de los docentes a la intromisión de los padres en sus tareas, como recogen algunos autores, y se interpretaría la participación en el sentido de colaboración y apoyo mutuo para diseñar de forma conjunta el proyecto común de educar a los alumnos para ayudarles a crecer y desarrollar su proyecto vital, introduciendo estrategias para adaptarse a los retos que se les presentan. Por otra parte, lo padres se sentirían involucrados en la trayectoria escolar de los hijos de forma efectiva. En esta línea, el pedagogo también tendría un papel importante en el diseño de programas de formación en este nuevo campo educativo que surge como demanda social.

La oferta, por parte de los Centros de Formación del Profesorado, de Cursos en Educación para la Participación de la Familia en la Escuela, para la formación permanente de los profesores en ejercicio, ayudaría a mejorar la situación actual. Por último, desde los propios centros escolares, es preciso encontrar un sistema que facilite la comunicación entre la escuela y la familia, basado en los presupuestos que fundamentan el sentido de comunidad, caracterizado por la participación y el compromiso común hacia una acción conjunta. La dificultad radica en como llevarla a cabo.

Una vía para superar dicha dificultad es facilitar el encuentro entre padres y profesores, donde pongan de manifiesto el deseo de buscar formas innovadoras de fomentar la participación, así como de crear un clima abierto de comunicación en el que se expresen los problemas, inquietudes, temores, miedos e inseguridades, y mutuas necesidades de ayuda y colaboración.

En este sentido, un importante objetivo es que la familia tome conciencia de la necesidad de su participación en ámbitos sociales más amplios, que influyen en sus prácticas educativas en el hogar. Para lograrlo, es preciso ayudarla a descubrir la importancia de su colaboración en la escuela, aceptando que existen objetivos que son comunes y en los que son necesarios unir los esfuerzos de padres y profesorado para su consecución.

La implicación de las familias en la vida del centro, se alcanza aprendiendo a trabajar juntos en diversas actividades, que en relación con sus respectivas funciones, los padres y profesores pueden programar, asumiendo que un trabajo en equipo es un medio eficaz para estimularse y apoyarse mutuamente. Esto conlleva valorar el enriquecimiento que para el propio desarrollo personal supone la aportación de las ideas e iniciativas de los demás. La visión de un trabajo en colaboración mutua, parte de un concepto de cambio y mejora de la realidad, que puede ser modificada, a través de la acción conjunta de todos los implicados, a la vez que repercute en una mejora de la calidad de la enseñanza y de la vida escolar.

Uno de los elementos primordiales para invitar a los padres a la participación en la vida del centro, es proporcionarles información. Es reconocido por diferentes autores que los alumnos que pertenecen a familias de estatus socioeconómicos bajos, normalmente, no están bien informados de las convocatorias de becas y ayudas a las que pueden acceder, con lo cual no las solicitan. Por otra parte, debido a su ambiente, los padres tienen menos expectativas de futuro que los de la clase media, por lo que no estimulan a estudiar a sus hijos, más aún cuando la trayectoria escolar está acompañada de suspensos y fracaso escolar, además de la inferioridad de condiciones en las que se encuentran para estudiar al carecer de medios y ambientes adecuados.

Indudablemente, el planteamiento de las desigualdades en educación hay que situarlo en un ámbito social y cultural amplio, no podemos aventurarnos a decir que las desigualdades de oportunidades se pueden solucionar sólo desde la escuela, por lo relacionada que está con las condiciones y estatus sociales; pero sí puede mejorar aspectos y medios relacionados con la escuela para permitir a los alumnos proseguir sus estudios, como es implicar a los padres en esta tarea educativa. Comunicarles que algunos estudios muestran que cuando los padres participan en todos los aspectos de la vida escolar se incrementan los efectos positivos sobre el rendimiento de sus hijos puede ayudarles a valorar las consecuencias de su apoyo en la tarea educadora de la escuela, en la que tienen una función a desempeñar.

La necesidad de implicar a la familia en la tarea educativa, no es ninguna novedad. En estas últimas décadas, ha sido recogida en diversas leyes, insistiendo en la coordinación de la familia y de la escuela para diseñar un proyecto educativo común, cuya finalidad es la educación integral de todos los alumnos. Pero, aunque en todos los centros existen Consejos Escolares y Asociaciones de Padres, no en todos funcionan de forma dinámica e impulsora de la participación de los padres, lo que invita reflexionar sobre medidas innovadoras a utilizar.

¿Qué estrategias se pueden utilizar?

a) Enviar una breve nota, proponiendo cuestiones de este tipo, para conocer:
• Temas que les preocupan den la educación de sus hijos
• Necesidades que sienten ante la educación de sus hijos
• Dificultades que tienen para educar a sus hijos
• Día de la semana y horario que les viene mejor para convocar una reunión

Las respuestas facilitarán información desde dos ángulos: 1) Un primer análisis de la realidad sobre el interés de los padres en temas, necesidades y dificultades relacionadas con la educación de sus hijos, que permitirá priorizar objetivos y actividades a plantear. 2) El nivel de respuesta indicará cómo organizar un encuentro. En la reunión que se convoque se puede establecer un calendario para responder a las necesidades de las familias, desde sus necesidades. Este aspecto, es relevante. Generalmente, se planifican las actividades a partir de lo que el diseñador de las mismas considera como importante, sin embargo, es aconsejable trabajar desde la realidad de los padres, de sus conocimientos y teorías implícitas.

b) Grabar algunas sesiones de clase e invitar a los padres a ver esta grabación

Muchas veces los padres desconocen las conductas de sus hijos en el colegio, porque éstos se comportan de diferente forma a como lo hacen en el hogar. De manera, que en ocasiones la comunicación entre el profesorado y la familia se dificulta. A los padres les resulta difícil creer la información que le proporciona el tutor.

La invitación para ver el vídeo puede tener dos funciones: 1) Conocer la conducta de sus hijos trabajando en el aula, puede facilitarles pistas para reforzar estrategias que faciliten el estudio en el hogar. 2) Conocer el trabajo del profesor, lo que permitirá valorar su tarea docente y, por otro lado, el comportamiento de los alumnos. A partir de esta experiencia, se pueden intercambiar ideas, preocupaciones, problemas, etc., y comenzar a organizar encuentros para tratar los aquellos temas que les interesan. Esta experiencia, puesta en práctica por dos profesores de Educación Infantil, en nuestra provincia, les ha dado muy buenos resultados para implicar a los padres en la escuela y mejorar sus relaciones.

c) Deberes y recomendaciones de apoyo al estudio

Establecer un sistema de comunicación: cartas, tarjetas, etc., semanal, quincenal o mensual con algunas recomendaciones relacionadas con:

• Técnicas de estudio y recomendaciones sobre factores ambientales que lo favorecen
• Lecturas para reforzar actividades escolares
• Relación de Videojuegos, programas educativos por ordenador como complemento a actividades en el aula.
• Programas de TV. Publicidad, etc.

Estas recomendaciones tienen una doble finalidad. Por una parte, estimulan las relaciones entre la familia y la escuela; por otra, invitan a los padres a participar en las actividades escolares proponiendo que se haga en familia comentarios sobre las historias, publicidad o tema recomendado para trabajar en el hogar, favoreciendo, así también, la comunicación entre padres e hijos

d) Otras sugerencias para fomentar la participación de los padres

Para aumentar dicha implicación se sugieren las siguientes formas de convocatoria:
• Convocatorias por cartas a través de los alumnos o delegados de los cursos.
• Pancartas: Para anunciar alguna actividad, se hacen en paneles de papel que se colocan en la entrada de la escuela o en los alrededores (deben reservarse para ocasiones excepcionales).
• Murales: También se utilizan para anunciar actividades. Se pueden hacer mediante collages o montajes con fotos, recortes de periódicos, etc.
• Megafonía: Instalada a la entrada del centro o bien en un coche, con la información previamente grabada en una cinta
• Cuñas radiofónicas: Por medio de las radios municipales se puede ofrecer la información
• Agendas de los periódicos. Hay periódicos que ofrecen gratuitamente un espacio en su agenda informativa.
• Recordatorio: En una cartulina o un papel de 20 x 5 cm. Se recuerda la fecha, hora y lugar de la actividad

5. CONCLUSIONES

Familia y Escuela tienen funciones sociales diferentes, pero complementarias. Ante la complejidad del mundo de hoy han de unir sus esfuerzos para lograr superar las dificultades que se les presentan porque en última instancia su razón de ser está en función del protagonismo del niño en su tarea educadora.

Esta época presenta un nivel de exigencias a la educación familiar y escolar que reclama la preparación y formación de un nuevo estilo educador basado en un aprendizaje para vivir en comunidad, a la que padres y profesores están llamados a responder con el compromiso de participar en esta tarea común, cada uno desde su ámbito de conocimiento y experiencia para atender a las necesidades afectivas, cognitivas y sociales de los niños y todos los implicados en la comunidad educativa.

La propuesta que presentamos se fundamenta en los pilares de la Educación para el futuro: Aprender a conocer, Aprender a ser, Aprender a hacer y Aprender a vivir en comunidad. Estos pilares han de fundamentar las relaciones entre la escuela y familia favoreciendo la comunicación, la participación y la colaboración, para superar los factores estructurales de la propia escuela, así como las teorías implícitas de padres y profesores sobre la educación, la enseñanza, la familia, la escuela, el papel de cada uno en esta tarea, etc.

Es necesario, abrir las ventanas a la historia de una nueva concepción de la familia y la escuela en su tarea educativa. Ambas instituciones, requieren una reestructuración estructural y cognitiva, una modificación y adaptación a un nuevo estilo de educación y una actitud abierta a la formación de los alumnos orientada a una educación para la vida comunitaria.

Cuando el niño vive en el hogar los valores comunitarios de participación y comunicación puede transferirlos a otros contextos.

Referencias

Aguilar, Mª Carmen 2001 Concepto de sí mismo. Familia y Escuela. Ed. Dykinson. Madrid.

Aguilar, Mª Carmen 2001 Educación Familiar, ¿reto o necesidad?. Ed. Dykinson. Madrid.

Aguilar, Mª Carmen 2001 Proyecto Docente. Educación Familiar y su aplicación a la Educación Infantil. Inédito.

Bárcena, Fernando 1997 Diccionario de Filosofía de la Educación Hoy. Ed. Dykinson. Madrid.

Delors, J. 1996 La educación encierra un tesoro. Ed. Santillana. Unesco. Madrid.

Kñallinsky, Eva 1999 La participación educativa: Familia y escuela. Ed. Servicio de Publicaciones de la Universidad de las Palmas de Gran Canaria. Las Palmas de Gran Canaria.

Rodríguez, Teófilo 1997 Las comunidades sociales como instituciones educadoras. En Medina Rogelio, Teófilo Rodríguez y Lorenzo García Teoría de la Educación. Editorial Uned. Madrid.

Savater, Fernando 1997 El valor de educar. Editorial Ariel, S.A. Barcelona.

















PAPEL DE LA FAMILIA EN LA EDUCACIÒN

EL PAPEL DE LA FAMILIA Y LA ESCUELA DE LA EDUCACION ACTUAL


La sociedad ha sufrido una evolución en los últimos tiempos que ha repercutido de forma directa en la familia y la escuela. Tanto es así que uno de los temas más destacados respecto a la educación en estos días es la colaboración entre ambas.

El papel de la familia ha ido evolucionando con la incorporación de la mujer al mundo laboral y con otros cambios de diversa índole, sobre todo política y económica. Esta ha pasado de ser la encargada única y exclusiva de la formación de los hijos e hijas, a delegar en la escuela parte de esta tarea. Estos cambios de la sociedad actual son rápidos y profundos. La complejidad, cada vez mayor, demanda una nueva visión educadora de la familia y la escuela, lo que exige su compromiso para trabajar unidas en un proyecto común.

LA FAMILIA
La familia como primer ámbito educativo necesita reflexionar sobre sus pautas educativas y tomar conciencia de su papel en la educación de sus hijos e hijas. La realidad actual se le escapa, y esto repercute en la vida del niño y la niña, lo cual conlleva a su vez problemas escolares y familiares que surgen a diario: desinterés, falta de motivación, dependencia, bajo rendimiento, fracaso escolar, violencia, etc., y no se pueden achacar a la sociedad en abstracto, a la familia, a la escuela o al alumnado, de manera independiente, sino que la interacción de todos ellos es la que propicia esta situación.

Son los padres y las madres quienes gozan de una relación de intimidad única que exclusivamente se da en el seno de la familia y que permite todo tipo de interrelaciones personales: de afecto, ayuda, orientación, soporte, etc, que influyen y modifican los comportamientos de todos sus miembros. Suele decirse que en una familia todos educan y son educados.

Son, asimismo, los padres y madres quienes están en mejores condiciones, a causa de su cariño desinteresado, de conseguir el aumento en autonomía de sus hijos e hijas y, por tanto, la madurez: un crecimiento en libertad y responsabilidad que solamente es posible, de manera armónica, cuando la familia soporta las decisiones personales, con su mezcla de aciertos y errores.

La participación de los padres en la vida escolar parece tener repercusiones tales como:
• Una mayor autoestima de los niños y niñas.
• Un mejor rendimiento escolar.
• Mejores relaciones padres/madres e hijos/hijas.
• Actitudes más positivas de los padres y madres hacia la escuela.

Los efectos repercuten incluso en el profesorado, ya que los padres y madres consideran que los más competentes son aquellos que trabajan con la familia (Pineault, 2001).

¿CÒMO LLEVARLO A LA PRACTICA?


Es necesaria una nueva forma de enfocar la educación en la familia, que ha de tomar conciencia de la necesidad de su participación en ámbitos sociales más amplios. Esto exige una formación de padres y madres a través de programas.

Las propuestas han de ir enfocadas hacia intervenciones globales en las que se impliquen las instituciones sociales, escolares y familiares, desde una perspectiva interactiva, ecológica y comunitaria.

LA ESCUELA

La escuela se sitúa en el segundo espacio, de vital importancia, en la vida de los niños y niñas.
Entre sus objetivos se encuentra:
• Fomentar la participación.
• Cooperación.
• Colaboración entre el alumnado.
En consecuencia, la puesta en práctica de los valores comunitarios y democráticos que se proponen en la familia y la escuela formarían parte de las experiencias y vivencias del alumnado, desde los dos ámbitos en los que interactúa cada día, configurando su identidad y autoconcepto.

La educación no se puede fragmentar, y la familia y escuela son entidades paralelas y complementarias en este proceso, por ello la educación no tendrá éxito si no hay coherencia y comunicación en los dos ámbitos.

¿QUE TIPO DE ESCUELAS PUEDEN RESPONDER A ESTAS DEMANDAS?

Las escuelas pueden enfrentar esta función social y educativa de diferentes formas, tan válidas unas como otras según los recursos y características de la comunidad.
• Escuelas que convocan a los profesionales de su comunidad educativa y forman un equipo de voluntariado para cumplir con esta función.
• Escuelas que se agrupan con otras en una suma cualitativa de sus recursos humanos.
• Escuelas que contratan un sistema intermedio (centros de formación para padres y docentes) que con un equipo de profesionales idóneos cumpla esta tarea.

¿QUÈ ESCUELAS PROMUEVEN LA INFORMACIÒN?

No todas las escuelas tienen el estilo institucional para iniciar esta tarea. Adhieren a esta propuesta aquellos centros educativos que:
• Están convencidas de la necesidad de la relación familia-escuela.
• Buscan la participación de la familia en las aulas.
• Tienen muy en cuenta la opinión de la familia frente a sus cambios y transformaciones.